domingo, 20 de septiembre de 2009

Ocaso

Ayer tan solo ayer
me encontré cara a cara
con la realidad mas cruda de la vida
el ocaso de una vida, vi como los demás
atropellan la sabiduría,
el sosiego lo tiran a un rincón,
la sensatéz no existe ya,
y el ser, el ser no está ya más
pareciera que no lo ven
se mueve y se mueve
y los otros no lo siguen con su mirada
habla y habla más no es escuchado
explica sus razones, más no le dan valor
perdió la razón! dicen ellos
se perdió en el tiempo! dicen otros
te acordaste de tiempos remotos
de un pasado postrero
que ya nadie quiere escuchar,
habrá en algun escondrijo
un oído ajeno que pueda
prestar atención a tu grito´
que pueda escuchar tu pedido
en una súplica lastimera?
yo tambien ¡siento!, ¡pienso!,
¡mi piel aún trasmite calor!
¡quiero seguir sintiendo el calor
de los que me rodean!, ¡no importa!
¡no importa si me lastiman con su desdén!
¡y que con sus desprecios golpeen
mi corazón despedazado!
¡quién levantara al vencido quién!
¿el tiempo quizá me hará justicia?
estoy en el ocaso de la vida
y aún no aprendí a amar en plenitud,
me duele, no alcanzo a comprender,
y no quiero guardar rencor,
perdón si quiero en algun momento
levantar mi voz, porque siento
que delante de mi se levanta
un monstruo que ruge con un estruendo
que me estremece, y tiemblo, pero
como fué, en que momento llegó
y ahora me ataca con todo su furor
cuando lo vi aquella vez primera
era un diminuto gatito, tan indefenso
que lo acogí en mi regazo,
lo poco que pude le brindé,
y ahora se levanta delante de mi,
como un terrible monstruo que
hace retumbar el infierno
¡no! no puede ser yo no creé
este monstruo, que ahora se sienta
sobre mi, es implacable,
con fuerzas y poder me pisa, me aplasta,
quiere dejar solo desolación en mi
¡no me dejaré!, ¡me defenderé!
porque ya no me dolerá, pero no lo
entiendo, hay vacios en mi razón
sombras me rodean, no se donde estoy,
solo queda el monstruo que ruge y ruge,
y lo miro, y lo miro como se va alejando
hasta ya no verlo, ni oirlo
¡no quiero sentirlo, ni reconocerlo!
es el ocaso de una vida que termina
¡oh! llegó al final de un adios postrero
muy pronto fué, con sigilo se acercó,
siempre acechando en la oscuridad,
y ya estás aquí, tocaste a la puerta,
mano inocente te abrió en bienvenida,
ignorancia desconocida te acogió,
quién te acompaña no te conoce
quiere escapar y no lo logra
porque con garfios como garras
enganchas, no hay escape, no hay salida,
hasta desaparecer en tu laberinto oscuro
y borrar del recuerdo toda huella,
donde está, que fué de aquel
que un día con sus caricias me arrulló,
con sus besos húmedos me cubrió,
con su dulzura me llevó veloz
en un vuelo de ensueño,¿donde?
ya no existe solo me rodean
soledad y tristeza y un grito
se levanta en medio de esta monstruosidad
¡misericordia!, el ocaso llegó, pero la piel
está tibia aún, hay vida, hay ensueño,hay ilusión,
hay sangre que aún corre por las venas,
quedaron atrás la juventud y su frenesí,
los pequeños que fueron, hoy no lo son más,
crecieron mucho, su saber quiere rebazar
las fronteras pero no podran, porque les
falta recorrer el largo camino de la vida,
que es la que da experiencia, no saben
nada y creen saberlo todo, no se engañen,
porque lo más fuerte de sus vidas aún no llega
recién se están acercando a la puerta
con paso acelerado no sirve, detente un poco
y respeta el ocaso de una vida,
porque cuando fue el momento adecuado
se abrió otra puerta, y habia en ella
otra vida en el ocaso.
Escrito x Doris Marquez

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